miércoles, 21 de enero de 2015

Verbos

El otro día en un juego de mesa me tocó responder a una pregunta a primera vista sencilla: "¿Cuál es tu verbo preferido?". Al principio pensé en responder AMAR. Pero algo me lo impidió, porque si bien aprecio mucho el amor en esta vida, no se sentía del todo correcto como respuesta. Así que lo volví a intentar y esta vez el verbo que me vino a la cabeza fue VIVIR. La palabra "vida" es una de mis favoritas, encuentro que tiene un poco de magia en si misma, es de pronunciación dulce y suave con la "v" y la "d" en medio de las vocales... pero tampoco era lo que estaba buscando. De nuevo pensé en todos los verbos que conozco, pero ninguno me gustaba realmente. Ni SER, ni SOÑAR, ni VOLAR, ni CREER, ni AÑORAR, ni BAILAR, ni SONREÍR... Nada me gustaba como respuesta. Empecé a repasar el abecedario por completo y nada. No encontraba un sólo verbo con el sintiera una conexión especial. 

No puedo elegir uno sólo, dije. Y me di cuenta de que era verdad. No había un sólo verbo que pudiera decir por encima de los demás. Querer, amar, estimar, vivir, habitar, viajar, ser, estar, soñar, volar, añorar, sonreír, saludar, empezar, gritar, llorar, reír, cantar, sentir, olvidar, elegir, dibujar, imaginar, experimentar, componer, nacer, morir, leer, crear, creer, sentir, intentar... ¿Cómo elegir uno sólo cuando hay algo en todos ellos que significan tanto? No es indecisión, amigos míos, no es miedo a tomar partido, sino a definirme y ponerme límites. Es simplemente que me niego a quedarme con una sola cosa del mundo, aunque sea una sola palabra. Todo en esta vida merece el mismo respeto, la misma consideración. Cada segundo, cada milésima, cada vocal que los labios pronuncian es importante. La vida es corta, nuestra existencia en este mundo no más larga que un suspiro, ¿por qué nos empeñamos en reducirlo todo? ¿Por qué necesitamos hacer de todo algo más simple? Las cosas complicadas merecen la pena, tanto o más que las simples. Ser complicado es un don. una oportunidad de conocer, de abarcar más. No pongamos muros en nuestro jardín, dejemos que los árboles crezcan libres en el horizonte, contemplemos las montañas de tierras lejanas e imaginemos miles de posibilidades

Al final, en el último momento, esos recuerdos serán lo único que nos queden y acompañen. Colecciona verbos, tiempos, colores, sensaciones. Colecciona de todo. No te preocupes por el espacio, las cosas que realmente valen la pena no ocupan sitio. Tu mente no tiene límites mundanos. Déjate llevar.