martes, 17 de febrero de 2015

SOBRE VIAJAR

Carreteras sin final. Trayectos interminables entre estación y estación. Vuelos que se pierden en las alturas. Barcos que zarpan y desaparecen en el horizonte. Viajes para recordar. Viajes para olvidar. Por que todos viajamos por una razón. Perseguimos un propósito único. 

Uno de los placeres de mi vida es viajar. Amo esa sensación emocionante que se forma en el estómago cuando vas a emprender un viaje, una aventura.Es anticipación, es saber que algo emocionante, increíble te espera detrás de las puertas del avión, del mar o de la carretera. Los viajes son eternos. Comienzan en el mismo momento que pensamos en ellos y nunca finalizan, siempre los llevamos con nosotros en nuestras memorias. Hay muchas formas de viajar dicen. Podemos viajar con la mente, imaginando lugares y experiencias, incluso imaginando personas, aquellas a las que nos gustaría llevar con nosotros. Viajar a través de imágenes o palabras, como con un buen libro. Pero los mejores viajes son los que hacemos de forma física, porque acarrean retos, acarrean experiencias vitales y te forman como persona. Viajar, conocer mundo y personas nos hace a todos un poco más sabios. 


Viajar es un regalo. Visitar lugares lejanos o cercanos, ir acompañados o solos. ¿Sabéis la mítica frase "Come, reza, ama"? Prefiero su versión: "Come, viaja, ama". Con la actual globalización esto es algo relativamente sencillo. No es como en la época de nuestros padres, cuando el traspaso de fronteras era más complicado y los vuelos intercontinentales estaban destinados a unos pocos con suerte. No. Ahora estamos en una época en la que viajar es accesible. Con vuelos a ciudades europeas por 20 euros o estancias en albergues por 10. ¿No es esto una señal? ¿No os entran ganas de alzar el vuelo y ver nuevos lugares? O viejos. Porque viajar a un lugar ya conocido no es más que una oportunidad de descubrir nuevas cosas. De pasear por plazas que no conocías, visitar rincones escondidos y conocer nuevas rutas a la vez que visitas aquello que más te gustó y de lo que te enamoraste esa primera vez. 

Soy una viajera por naturaleza. Ansió visitar lugares nuevos, conocer nuevas culturas y hablar, escribir sobre esas experiencias. No hay lugar en la Tierra al que no iría, aunque solo fuera una vez en la vida para poder decir que he estado allí. Y por supuesto, están esos lugares con los que sueño, a los que anhelo ir en algún momento. Lugares en los que pienso cuando escribo. Lugares que se alzan en mi imaginación como paraísos lejanos. Hay tantos de estos lugares que no sabría por donde empezar. ¿Aquí o allí? ¿En el norte o en el sur? ¿Tropical o invernal? ¿Montaña o costa? ¿Ciudad o campo? Tantas decisiones que tomar... tantos puntos geográficos que visitar. 

viernes, 6 de febrero de 2015

¿POR QUÉ NOS ACOSTUMBRAMOS AL MUNDO?


Conforme vamos creciendo nuestra curiosidad desaparece. ¿A dónde va? ¿Qué es lo que hace que dejemos de preguntarnos las cosas? ¿De cuestionarnos todo? ¿Nos hemos acostumbrado tanto al mundo que sus misterios han dejado de sorprendernos? Visto de esta forma resulta patético. ¿Cómo puede alguien acostumbrarse a algo tan maravilloso?

Cada día suceden cosas que se escapan a nuestro entendimiento. Cosas mágicas que deberían sorprendernos, pero estamos tan acostumbrados a no mirar más allá de lo que captamos a simple vista que nos las notamos. Por ejemplo, cuando cambiamos de estación y los paisajes que nos rodean cambian también. El color de los árboles se trasforma, de verde pasa a amarillo, después a dorado y finalmente a marrón antes de volver a empezar con el verde. O los colores del cielo cuando amanece, el paso de azul medianoche a gris y luego a violeta e incluso rosas! Y los naranjas y rojos de los atardeceres calurosos. Muchos poetas románticos se han dejado maravillar por esos cambios, por esos momentos mágicos. Y tienen toda la razón, porque esos instantes de mutación significan el final y el comienzo de algo viejo y nuevo al mismo tiempo. 

Sin embargo, no todos los días son iguales, ni todos los amaneceres. Y eso debería sorprendernos y maravillarnos. Deberíamos ser capaces de apreciar esos momentos. Pero la mayoría estamos demasiado cegados o distraídos. ¿Quién al despertarse y ver que entre las cortinas empieza a haber luz se levanta para contemplar el amanecer? Simplemente nos damos media vuelta y volvemos a cerrar los ojos. "Hay muchos amaneceres. Por uno menos no pasa nada". Pero es que sí pasa. Dejamos que todo se convierta en cotidiano, ya no disfrutamos de la vida. Vivimos, trabajamos y producimos. Y si alguien se sale de esa rueda lo llamamos loco o soñador. 

La vida por desgracia es demasiado corta para vivirla sin disfrutarla, para desperdiciarla con la rutina. La mejor forma que tenemos que aprovecharlas es con la curiosidad, esa que los adultos pierden y que los niños tienen. Porque la curiosidad no mató al gato, amigos, solo le enseño que hay cosas por las que merece la pena arriesgarse. La curiosidad es la mejor cualidad humana y no deberíamos dejar que se pierda cuando nos hacemos mayores. 


sábado, 24 de enero de 2015

Post-exámenes

Llega la recta final de Enero y con ella la ansiada libertad de los estudiantes. Tras un mes, dos si me apuráis, de encierro [no] voluntario en nuestras cuevas antes conocidas como habitaciones, de repente nos encontramos con la condicional (Condicional porque en Junio volvemos a escondernos e hibernar hasta pasado el mes de Julio). Y, ¿qué hacemos nosotros con tanto tiempo libre?

Pues bien, ¿sabes todos esos planes que hiciste delante de los apuntes, con la mirada perdida y un subrayador en la mano? Este es el momento de llevarlos a cabo. Suéltate la melena, súbete al caballo, coge la mochila y sal de casa. Vete con los amigos, con el novio o tú solo, no importa! Con tal de que te olvides de las clases, de la luz del flexo del escritorio, del sonido de los bolígrafos sobre el papel... Entre mis planes para el futuro próximo destacó tres con los que llevo soñando despierta durante semanas.

1- Fiestaaaaaaaaaaaa. 
Llevas mucho tiempo esperando el momento de volver al ruedo, de ponerte esos tacones y bailar toda la noche. Elige un sitio nuevo para cenar, queda con los amigos, buscad un pub de moda y pasaros la noche divirtiéndoos y sin preocuparos de levantarse pronto a la mañana siguiente para estudiar. 





2- Dormir.
Pijama, mantita, almohada y Zzz. Después de noches eternas delante de los libros y despertares sobresaltados con la alarma, te mereces una jornada entera de no hacer nada más que dormir. Métete en la cama y deja que tus sueños te lleven a donde quieras. Recuerda que no tienes horarios (aún no), aprovecha y duerme sin parar. Verás que bien te levantas y que rápido te olvidas del mes de Enero. 










3- Viajar.
Esto es lo que más me apetece. Tengo unas ganas de viajar! De ver el mundo más allá de los cuatro edificios que se ven desde la ventana de mi habitación. Si pudiera elegir, me iría a un sitio recóndito, lejos del murmuro constante de las prisas y los horarios. Como una isla desierta, un monasterio en el Tibet o de trekking por las montañas de Nueva Zelanda. Aunque si nos atenemos a la realidad, puede que un viaje con amigos a una ciudad cercana o a una casa rural hogareña sean más probables. Da igual, lo que importa es salir a ver mundo!

Y vosotros, ¿qué planes tenéis para el fin de exámenes?

miércoles, 21 de enero de 2015

Verbos

El otro día en un juego de mesa me tocó responder a una pregunta a primera vista sencilla: "¿Cuál es tu verbo preferido?". Al principio pensé en responder AMAR. Pero algo me lo impidió, porque si bien aprecio mucho el amor en esta vida, no se sentía del todo correcto como respuesta. Así que lo volví a intentar y esta vez el verbo que me vino a la cabeza fue VIVIR. La palabra "vida" es una de mis favoritas, encuentro que tiene un poco de magia en si misma, es de pronunciación dulce y suave con la "v" y la "d" en medio de las vocales... pero tampoco era lo que estaba buscando. De nuevo pensé en todos los verbos que conozco, pero ninguno me gustaba realmente. Ni SER, ni SOÑAR, ni VOLAR, ni CREER, ni AÑORAR, ni BAILAR, ni SONREÍR... Nada me gustaba como respuesta. Empecé a repasar el abecedario por completo y nada. No encontraba un sólo verbo con el sintiera una conexión especial. 

No puedo elegir uno sólo, dije. Y me di cuenta de que era verdad. No había un sólo verbo que pudiera decir por encima de los demás. Querer, amar, estimar, vivir, habitar, viajar, ser, estar, soñar, volar, añorar, sonreír, saludar, empezar, gritar, llorar, reír, cantar, sentir, olvidar, elegir, dibujar, imaginar, experimentar, componer, nacer, morir, leer, crear, creer, sentir, intentar... ¿Cómo elegir uno sólo cuando hay algo en todos ellos que significan tanto? No es indecisión, amigos míos, no es miedo a tomar partido, sino a definirme y ponerme límites. Es simplemente que me niego a quedarme con una sola cosa del mundo, aunque sea una sola palabra. Todo en esta vida merece el mismo respeto, la misma consideración. Cada segundo, cada milésima, cada vocal que los labios pronuncian es importante. La vida es corta, nuestra existencia en este mundo no más larga que un suspiro, ¿por qué nos empeñamos en reducirlo todo? ¿Por qué necesitamos hacer de todo algo más simple? Las cosas complicadas merecen la pena, tanto o más que las simples. Ser complicado es un don. una oportunidad de conocer, de abarcar más. No pongamos muros en nuestro jardín, dejemos que los árboles crezcan libres en el horizonte, contemplemos las montañas de tierras lejanas e imaginemos miles de posibilidades

Al final, en el último momento, esos recuerdos serán lo único que nos queden y acompañen. Colecciona verbos, tiempos, colores, sensaciones. Colecciona de todo. No te preocupes por el espacio, las cosas que realmente valen la pena no ocupan sitio. Tu mente no tiene límites mundanos. Déjate llevar.

martes, 6 de mayo de 2014

Es hora

Se me está haciendo tarde para ser joven. No somos conscientes de ello, pero el tiempo corre y entre compromisos, tareas y reuniones la vida pasa. La edad para hacer aquello o lo otro se ha quedado atrás. Los años para jugar y vivir sin preocupaciones ya no están. Hemos crecido, pero no hemos tenido tiempo para asimilarlo. Las manecillas del reloj no dejan de girar, los dígitos del despertador cambian sin parar. Los días se hacen noches, y los meses ceden el paso a las estaciones. Se nos agota el tiempo. 

Y tengo miedo.

Miedo a echar la vista atrás y descubrir mil y una cosas que no pude hacer, que no me atreví a hacer. Y sin embargo la arena sigue resbalando dentro del reloj, el sol sigue haciendo su camino hacía el horizonte y el nudo en mi garganta no desaparece. Tenemos tantos sueños que cumplir que nos parece imposible que el tiempo pase. Hace tan sólo dos días yo seguía siendo una niña. Y hoy ya pienso en el pasado. Ayer me preocupaba salir un par de horas más. Hoy sólo quiero llegar a casa.

Dicen que a partir de un momento tu vida parece tomar carrerilla y después echa a correr. Es como el oleaje. Ese momento entre dos olas en que el mar se retira lentamente. Notas el movimiento, la anticipación. Sientes un leve vértigo y después el agua te empuja. Así es la vida. Imprevisible, dinámica, inexacta

Los momentos se escapan entre los dedos y nosotros estamos demasiado ocupados intentando contenerlos como para disfrutarlos. Tenemos que dejarlos marchar, verlos fluir a nuestro alrededor mientras sonreímos por esos segundos que nunca volverán. 

Aprendamos a disfrutar del momento, porque sino mañana será demasiado tarde. Dejemos que la vida pase, sí, pero seamos conscientes de su paso. El tiempo puede seguir corriendo que nosotros apretaremos el paso y lo seguiremos. No más quedarnos atrás.

Es hora de vivir. 


viernes, 10 de enero de 2014

Generación pérdida

No sé que hacer con mi vida. ¿A dónde voy? Gertrude Stein calificó a los escritores y demás artistas de los años 20 con el nombre de Generación Pérdida. Pero, cada día soy más consciente de ello, la verdadera generación pérdida es la nuestra. La de millones de jóvenes que en todo el mundo se sienten tan perdidos como aquellos americanos que fueron a parar a París. Debido a las crisis económicos que la mayoría de países están viviendo el futuro de estos jóvenes es incierto. No sabemos que haremos el día de mañana, si encontraremos trabajo, si tendremos que emigrar... Nuestras vidas están pasando delante de nuestros ojos, pero estamos demasiado asustados como para seguirlas. 

Puede que esta confusión sea característica de la edad, que todos los veinteañeros de la historia se hayan sentido así. Quizás. Pero hoy por hoy somos nosotros los que nos enfrentamos a un futuro incierto, más lleno de interrogantes que de las respuestas que de pequeños se nos prometieron. "Cuando seas mayor lo entenderás". Lo único que ahora entiendo es que nada, nada está claro en mi vida. Hoy soy feliz, mañana quizás no lo sea. Hoy puedo permitirme estudiar, mañana puede que tenga que pedir para poder seguir adelante. Lo peor de todo es la frustración. ¿Qué hago? ¿Qué hacemos? Nos matamos a estudiar -unos más que otros, sea todo dicho-, renunciamos a aquello que nos haría felices por la brumosa promesa de un futuro mejor, pero no recibimos nada a cambio. Sólo frustración. 

No sé vosotros, jóvenes compañeros de generación, pero yo no estoy dispuesta a abandonar mis sueños, mis ilusiones, por un mañana que no está nada claro. Llamarme egoísta y desvergonzada, pero mi vida es mía. Y quiero vivirla bien, sin tener que vigilar mi futuro a todas horas simplemente porque a unos pocos sinvergüenzas se les subiera el poder a la cabeza. No, señores, no soy egoísta. Soy existencialista. 

sábado, 2 de noviembre de 2013

El otro día me preguntaron si era feliz. "¿Cuándo? ¿Ahora?", "No, en general. ¿Eres una persona feliz?". La pregunta me desconcertó, sobretodo teniendo en cuenta que estábamos en una terraza, con varias cervezas encima de la mesa. No recuerdo exactamente qué es lo que conteste. Alguna tontería, probablemente. Pero luego, paseando de vuelta a casa me puse a pensar sobre ello. [¿Soy feliz?]Tengo una familia que me quiere, unos amigos geniales que siempre están ahí para mí, tenemos suficiente dinero como para pagar mis estudios, una casa donde vivir, libros llenando mis estanterías, comida que llevarme a la boca todos los días... mirándolo desde esta perspectiva supongo que no puedo estar triste. Ahora bien eso no significa que sea una persona feliz, ¿verdad? 

¿Existen si quiera las personas felices? ¿Alguien es feliz siempre? No lo creo, puede que el ser o no feliz dependa de la media de los buenos y los malos momentos, que a partir de una cifra uno sea feliz. No lo se. Lo que sí sé es YO que no siempre soy feliz. Si me preguntasen ahora, de forma espontanea como en aquella terraza, esa sería mi respuesta. Porque hay momentos en que no soy feliz, cierto, pero también los hay en que soy muy feliz. Así que cambiaría la pregunta. La cuestión no es si uno es feliz, sino cuándo eres feliz.

What makes you happy? Soy feliz alrededor de las 16:00 p.m. Justo cuando el sol da de lleno en la ventana de mi habitación y el suelo al lado de mi cama está caliente. Me tumbo en él y recorto revistas o fotografías para mis collages. También me gusta dibujar ahí, extender todos mis lapices en el suelo y ensuciarme las manos con la mina. Y, mientras el sol calienta mi espalda, 


SOY FELIZ.