domingo, 29 de septiembre de 2013

Love

Vamos a por un cliché de los clásicos. Los enamoramientos. Los grandes enemigos de cualquier persona. ¿Cuántas veces nos hemos obsesionado por una chica o un chico que nos gustaba, pero que mirábamos desde lejos? Al menos yo, he decir que muchas. Esa persona está en tu cabeza a todas horas, en cualquier parte. No importa que estés con tus amigos o en el cine o en tu habitación. Las canciones de tu iPod te recuerdan a él o a ella. En cuanto tu móvil suena saltas para ver si te ha mandado un mensaje, y si es así saltas de alegría -en algunos casos literalmente-. Sé que se siente cuando esa persona te mira en medio de una multitud aunque haya sido por casualidad. Miles de mariposillas revoloteando en tu estómago y unas infinitas ganas de volar. Todo muy poético. No sé que será, pero el enamorarse te cambia por completo la forma de ver el mundo. Para luego volver a cambiarte cuando te desenamoras. Es ley de vida. Creerme, lo he visto pasar y lo he experimentado en mis propias carnes. Aunque nunca somos lo bastante listos para recordar eso cuando nos volvemos a enamorar. 

Hago todas estás "reflexiones" porque alguien cercano a mi está en esa fina linea entre un enamoramiento y otro. Por un lado está lidiando con el desencanto que le sigue al final de una relación, pero por otro también están todas esas maravillosas sensaciones del principio, el tira y afloja,el ¿le gusto o no?. Es raro cómo de diferente se ve todo esto desde fuera. De forma objetiva todas esas cosas que nos parecen tan increíbles, tan importantes, palidecen y se convierten en pequeñas. Pero, cómo cambia todo cuando te ocurre a ti.


Enamorarse es parte de la vida, tanto las partes buenas como las malas. Lo mejor que podemos hacer es experimentar, dejarnos llevar y aprender de ello. Enamorarse es como volar, pero también es como si te estrellaras a toda velocidad contra la graba. Let's fall in love!!!