sábado, 14 de septiembre de 2013

A walk to rembember...


A mucha gente, más ahora que se ha puesto de moda, le gusta caminar. Sí, caminar. Ni correr ni pasear. Caminar. Es increíble la facilidad con la que hoy en día te encuentras a estas personas por ahí. Hoy sin ir más lejos he tenido la oportunidad de conocer a una mujer que en cualquier otro momento hubiera pensado que en su vida había caminado por placer. Aprovechando el fin de semana y el buen tiempo, un grupo de amigos nos hemos reunido e ido a dar un "voltio" por el monte. La excursión ha sido sencilla y sin complicaciones, un pequeño sendero por la sierra entre pinos, carrasca y demás especies autóctonas. Pero me ha encantado. Y es que soy una persona que ama caminar. No me importa por donde, desde el centro de una ciudad hasta los mismos picos pirenaicos. 


Cuando caminas te sientes bien, mueves todo el cuerpo lo que es beneficioso para la salud, pero también ayudas a tu mente. El caminar, sin rumbo, es una actividad muy relajante. En los momentos de estrés, cuando tu cabeza parece a punto de explotar y no sabes que hacer para aclarar tus ideas no hay nada que vaya mejor que salir a dar una caminata. El aire, el movimiento y la contemplación de aquello que te rodea son los mejores psicólogos que puedes encontrar (eso creo yo). 

Así que cuando me propusieron este plan no lo dude ni un segundo. Al vivir en una ciudad sin coche estoy acostumbrada a andar, pero siempre bajo la potente mirada de los edificios, semáforos y coches que tanto caracterizan las urbes. Me gusta ese ambiente, pero de vez en cuando un poco de cielo despejado con naturaleza por doquier no viene mal. En cualquier caso [caminar es caminar]. Y a mí me encanta. Esta es mi actividad "deportiva" favorita ya que no soy buena corredora ni el tema del gimnasio me va mucho. Además, los expertos ya lo dicen, más vale caminar a buen ritmo que correr. Ellos sabrán. Yo por lo pronto me quedo con que caminando se llega a los sitios. Buenas noches, viajeros.